Animas de Venezuela y sus enigmas
Francisca Duarte, el ánima de
Taguapire
Quizás la ánima más conocida
en los llanos y en oriente; la creencia ubica sus orígenes en una humilde
trabajadora de un Hato llamado Barrialito, en Santa María de Ipire, estado Guarico,
que perteneció a Natalio González Hurtado. María Francisca
(Panchita) Duarte, llamada popularmente como ‘Mama Pancha‘ o ‘Pancha
Duarte‘ fue una mujer bondadosa, responsable, decente y de un carácter
recio que no aceptaba el tuteo como fórmula de tratamiento. Se dice que era
partera o comadrona y que murió de paludismo, desconociéndose el día y año
exacto de su muerte. Su cuerpo encontrado muerto en su chinchorro, fue llevado
en el mismo para darle cristiana sepultura, pero una crecida del río impidió
cruzar y los deudos colocaron su cuerpo debajo de un árbol de taguapire
(llamado también espino carbón, un árbol/arbusto delgado de muchas ramas
largas, con espinas en cada hoja); al día siguiente las aguas habían bajado y
los deudos quisieron cruzar el río, pero el cuerpo se puso tan pesado que no
pudieron levantarlo; así que lo enterraron en el sitio, al pie del árbol.
Ocurrió tiempo después que un llanero descansando bajo
el árbol le pide al ánima difunta que le ayude a
recuperar su ganado, a cambio él le haría un cercado de palma para que nadie la
pisara. El milagro se cumplió, pero el hombre no pagó su promesa, por lo que el
ánima se manifestó a través de una aparición, causándole un gran espanto. Así
asustando el llanero le construyó un túmulo de ladrillos en el sitio donde fue
enterrada y hoy hay una pequeña capilla, donde rezan los creyentes del Ánima
de Taguapire.
José Zambrano, el ánima de Pica Pica
Un humilde hombre que trabajaba en el correo, cuando
no habían carreteras asfaltadas y estos se recorrían en mulas; ese era el
trabajo de José Zambrano, y su ruta de encomiendas cubría
desde Zaraza (Edo. Guárico) a Villa de Cura (Edo. Aragua). Pero eran tiempos
duros y agarrar la malaria, fiebre amarilla o el dengue era muy común en esos
años.José Zambrano contrajo la fiebre amarilla, y casi
finalizando su ruta, cerca de la población de Chaguaramas, se sintió muy
enfermo y se sentó a descansar con su mula, mientras sus compañeros continuaban
el recorrido. El sitio era en ese entonces el Hato Monte Azul y el dueño, un
terrateniente de apellido Belisario, que se encontraba buscando un ganado que
se encontraba perdido, terminó encontrando los restos de José
Zambrano. Cubrió al difunto con ramas del árbol y le dijo que si
encontraba su ganado, el volvería a darle cristiana sepultura. Así ocurrió y el
dueño regresó sepultando al José Zambrano y
construyendo un pequeño rancho (vivienda de barro) sobre su tumba.
Los viajeros de aquellos caminos rurales al pasar por
el lugar pedían al ánima del difunto una travesía tranquila y segura en el
viaje. Con el tiempo los favores fueron cada vez más frecuentes llevando el
culto más allá de la región donde murió el pobre mensajero. Hoy le rezan los
que desean curas de enfermedades tropicales, los chóferes piden protección en esas
carreteras abandonadas de los llanos guariqueños y los enguayabados (borrachos)
que les permitan llegar a salvo a sus casas.
María Francia
La tradición señala que María Francia era
una bella estudiante universitaria, estudiante de derecho; quién vivía en
Caracas con sus padres. Casi por concluir sus estudios iba a realizar el sueño
de toda chica, casarse con el novio de toda su vida. Aquí se dan dos versiones,
aunque la causa real de su muerte realmente no sea conocida. La primera es que
preparando su ajuar de novia, tocan a la puerta y le entregan un hermoso ramo
para su boda; al agarrar el ramo una culebra la pica y muere por el veneno. En
la segunda versión es que sale al patio de su casa a buscar flores para armar
su ramo, con igual suerte. La primera versión se presta incluso a una añadido,
el ramo lo había enviado una antigua amante del novio, que molesta y despechada
se cobró su rabia en la joven chica. Lo cierto es que muerta y sin cumplir sus
metas (terminar sus estudios y casarse) María Francia fue
enterrada en el cementerio de Caracas y los padres al poco tiempo abandonaron
el país.
Hoy los
estudiantes rezan a la pobre chica, le piden ayuda para pasar sus exámenes y
alguna que otra ayuda en asuntos del amor. El culto a María Lionza ubica
a la joven María Francia en la corte estudiantil
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