REVOLUCIÓN DE LOS CLAVELES
EL FIN DE LA DICTADURA MAS LARGA DE EUROPA OCCIDENTAL
Portugal, 25 de abril de 1974, a las 00:25 horas suena la canción revolucionaria Grândola, Vila Morena del cantautor José Alfonso. La retransmite Radio Renascença y es la señal acordada por algunos oficiales del ejército (el MFA-Movimiento de las Fuerzas Armadas) para ocupar los puntos estratégicos del país. Poco después, a penas seis horas más tarde, el régimen dictatorial creado por Salazar, el más largo de Europa, se derrumba.
El porqué de la revolución?
El levantamiento del sector de la izquierda del ejército, de los llamados capitanes de abril, no fue un golpe militar en el sentido estricto de la palabra, sino que fue producto de una situación insostenible y de una dictadura que llevaba en el poder más de 40 años.
Se produjo por el hastío y enfado hacia una política anclada en una guerra colonial sin salida con Angola, Guinea Bissau y Mozambique. Mientras otros países dejaban paso a la descolonización de una manera menos traumática y más adecuada para sus intereses, Portugal seguía insistiendo en un imperio imposible que cada vez costaba más muertos y recursos.
No obstante, el giro a la izquierda y el desapego al régimen también se produjo por una población empobrecida. La desigualdad social era enorme: sólo un centenar de familias ostentaban el poder económico; en la mayoría de casos la emigración parecía la mejor opción.
Asimismo, la explotación latifundista en el campo era un escándalo a los ojos de la mayoría, como también el hecho de que Portugal fuera un paraíso para nazis huidos de la justicia o dictadores como Fulgencio Batista, mientras las cárceles se llenaban de presos políticos. En un país aislado desde hacía ya demasiados años, las palabras democratizar, descolonizar y desarrollar se convirtieron en el lema y en el programa que guió la revolución.
Así, el día del movimiento militar, los ciudadanos, lejos de hacer caso a los numerosos llamamientos para que no saliesen de sus casas por su propia seguridad, simpatizaron rápidamente con lo sucedido y ocuparon las calles en compañía de los sublevados.
La imagen que bautizaría este acontecimiento como la Revoluçào dos Cravos (La Revolución de los claveles) sería la de esas concentraciones y manifestaciones espontáneas de ciudadanos que, en Lisboa y con la ayuda de las floristas, se pertrecharon con la flor de la temporada, los claveles, y las colocaron en los cañones de los fusiles de los militares demócratas.
En resumen, la guerra fue el elemento determinante, la gota que colmó el vaso (de ahí que los primeros actores en el levantamiento sean los militares), pero no el único. El péndulo social ya estaba en la izquierda; la toma de las calles por parte de las capas populares era la garantía de que se abría paso un nuevo horizonte. No era un simple golpe militar, sino una revolución.
El antibelicismo portugués
Portugal mantenía un territorio colonial 22 veces superior al suyo, con una población de más de 14 millones. Para controlarlo contaba con 120.000 soldados y la juventud debía pasar dos de los cuatro años del servicio militar en las colonias.
En consecuencia, casi todas las familias tenían algún familiar en primera línea de fuego, lo que sumado al recuerdo del estrepitoso fracaso americano en Vietnam y al terrible balance de muertos (15.000 jóvenes) y heridos, entre inválidos y mutilados (30.000), condujo a un rechazo absoluto del mantenimiento del imperio.
Como muestra: más de 107.000 jóvenes huyeron del país para no entrar en el ejército. De esta forma, se llegaba a una conclusión lógica: para acabar con la guerra, se debía poner fin a ese gobierno.
¿Qué pasó después?
Tras el éxito de la revolución, se liberaron a los presos políticos y se puso fin al exilio de los líderes opositores. Al año siguiente, se convocaron elecciones constituyentes y se estableció una democracia parlamentaria; para ese mismo año se garantizó la independencia de las colonias y se llevó a cabo la nacionalización de grandes empresas y de la banca.
En la región de Alentejo, los grandes latifundios fueron tomados por los campesinos, mientras tanto, en la ciudad los trabajadores establecieron elementos de control en las empresas. Ante una sociedad civil organizada, todas las intentonas fascistas posteriores fracasaron.
En la actualidad, el 25 de abril es fiesta nacional en Portugal y se conmemora la revolución con actos y celebraciones cívicas y políticas. Aunque a menudo se lamente el distanciamiento respecto del inicial carácter revolucionario de aquel proceso o se pormenorice la importancia de lo ocurrido en Portugal (se suele apelar al romanticismo y poco realismo de sus protagonistas), no está demás recordar que el sentir de The Times en aquel momento difería, y mucho, de esta opinión. Lo ocurrido adquiría tal relevancia que su portada decía que el capitalismo había muerto en Portugal.
Evidentemente no fue así, pero esto no debería darnos una imagen distorsionada o restar importancia a la revolución de los claveles. Sus logros fueron muchos, para una gran parte de los portugueses significa el acontecimiento más importante de su historia nacional…y una curiosidad, en el preámbulo de la constitución portuguesa fruto de la revolución, todavía hoy en día puede leerse la proclama “de abrir la senda hacia una sociedad socialista, dentro del respeto a la voluntad del pueblo portugués y con vistas a la construcción de un país más libre, más justo y más fraterno”.
saquen ustedes sus conclusiones...